Con una carrera marcada por la pasión, la humildad y el respeto, Russo dejó una huella imborrable en cada club donde trabajó, pero especialmente en Rosario Central, institución con la que mantuvo un vínculo de amor eterno.
El fútbol argentino despide a una de sus figuras más queridas. Miguel Ángel Russo, histórico entrenador y símbolo del “Canalla”, falleció en las últimas horas a los 69 años, tras atravesar un cuadro de infección urinaria y deshidratación.
Un camino de gloria y fidelidad
Miguel dirigió al equipo auriazul en cinco ciclos distintos, acumulando 301 partidos al mando y convirtiéndose en el segundo entrenador con más presencias en la historia del club. Su nombre quedó grabado para siempre en el corazón del pueblo canalla cuando, en 2023, alcanzó la gloria al consagrarse campeón de la Copa de la Liga Profesional, su título más ansiado con la camiseta que más lo representó.
Su historia en Central comenzó a fines de los años 90 y se repitió una y otra vez, como si el destino lo reclamara en Arroyito. En cada regreso, supo reconstruir equipos, transmitir valores y devolverle identidad al conjunto rosarino.
El legado de un caballero del fútbol
Desde su debut como DT en Lanús, pasando por su consagración internacional con Boca Juniors al ganar la Copa Libertadores 2007, hasta sus últimos días en Rosario Central, Russo se mantuvo fiel a un estilo: trabajo, respeto y convicción.
Sus dirigidos siempre lo recordaron como un maestro de la palabra justa, un técnico que prefería enseñar antes que imponer. En Rosario, fue mucho más que un entrenador: fue un referente, un guía, y un amigo de todos los que sienten los colores auriazules.
Un último aplauso
El Gigante de Arroyito y todo el fútbol argentino lo despiden con profundo dolor, pero también con gratitud por su legado. Miguel Ángel Russo será recordado como lo que fue: un caballero del deporte, un símbolo de Central y un hombre que dignificó la profesión de entrenador.
Hoy, desde el cielo, Miguelo vuelve a dirigir a su equipo eterno.
🎥 Te dejamos un video homenaje para recordarlo con emoción.