La mayor incidencia de gastos está en alimentos y medicamentos.
Por Martín Ríos – Economía
Un informe privado reveló que la canasta básica de un jubilado en Argentina alcanzó en septiembre los $1.503.000, lo que implica un aumento del 26% en apenas seis meses. El dato expone la presión creciente sobre el poder adquisitivo de los adultos mayores, que destinan la mayor parte de sus ingresos a alimentos y medicamentos.
El peso de los alimentos y remedios
De acuerdo con el relevamiento, la mayor incidencia del gasto corresponde a los alimentos de primera necesidad y a los fármacos de uso frecuente. Estos dos rubros concentran más del 60% del presupuesto mensual, lo que deja un margen mínimo para otros gastos como vivienda, servicios o recreación.
“Los jubilados se encuentran en una situación crítica: deben optar entre comer adecuadamente o cumplir con sus tratamientos médicos”, advirtió el estudio, que refleja la dificultad de este sector de la población para cubrir sus necesidades básicas.
Una brecha que se amplía
La cifra resulta todavía más preocupante al compararla con los haberes mínimos. En la actualidad, un jubilado que percibe la mínima apenas alcanza a cubrir una fracción de la canasta calculada. La brecha se amplía cada mes, en un contexto de inflación sostenida y subas en los precios de alimentos y medicamentos que superan el promedio general.
Según especialistas en seguridad social, “el desfasaje entre ingresos y gastos se traduce en un deterioro constante de la calidad de vida de los jubilados, que dependen de programas de asistencia, descuentos o ayuda familiar para sobrevivir”.
Impacto social
La suba de la canasta no solo refleja un problema económico, sino también social y sanitario. La falta de acceso pleno a medicamentos puede agravar enfermedades crónicas, mientras que la reducción en la calidad y cantidad de alimentos impacta en la nutrición y la salud general.
Reclamos y perspectivas
Organizaciones de jubilados y centros de estudio insisten en la necesidad de actualizar los haberes previsionales con mecanismos más ágiles, que acompañen la inflación real en los rubros más sensibles. También reclaman políticas específicas de acceso a medicamentos gratuitos y subsidios alimentarios.
En un escenario en el que el costo de vida no da respiro, el dato de los $1.500.000 para la canasta básica del jubilado reaviva el debate sobre cómo garantizar una vejez digna para millones de argentinos que aportaron durante décadas al sistema previsional.