Gente de plástico y conversaciones hechas de humo

Gente de plástico y conversaciones hechas de humo

Hace unos años,
en un lugar
de impostura,
gente de plástico
y conversaciones
hechas de humo.

¿Para salir de un lugar así?

Abandonar el traje
de cuarenta y cinco kilos,
chicles de menta,
café con edulcorante
y muchas angustias
guardadas en el ojal
interior de un pecho
medio vacío.

Escapar de ahí
para resurgir en otros lugares,
impensados en ese entonces.
Diferentes paisajes,
diferentes percepciones.

Otra gente,
ahora distinta.
¿Quizás de arcilla?

Pero ya no plástica,
ni elástica,
sino robusta,
contundente.
De opiniones llenas
e interiores llenos también.

Con pies pesados y raíces en la tierra.

El traje no volvió a retomarse.
El nudo del pecho se aligeró.
Y empezaron a crecer
otras cosas dentro de mí,
plantas,
flores,
hasta luces de colores.

Todo eso pesaba un poco más
así que el peso se hizo mayor.
Pero lo prefería,
ya no me importaba.
Había dejado de sentirme mal.

Por Giulia Zanelli