La Tablada, tierra de luchadores

La Tablada, tierra de luchadores

 Inició siendo un barrio dedicado a los mataderos, a los basurales y al ferrocarril. Con el tiempo creció cultural y políticamente, llegando a ser un ejemplo para toda la ciudad, y con costumbres comunes en todos los vecinos.

En los orígenes de la posta de Villa del Rosario de los Arroyos, las primeras civilizaciones eligieron la actual zona delimitada por 27 de febrero, Ayolas, San Martín y el río. Según relatos, en esa misma posta se alojó Belgrano en su estadía en el Litoral. Con el tiempo y la urbanización, sería el centro de la ciudad que se empezaría a construir, llegando a ser la Rosario que conocemos.

En sus inicios, la principal labor de los vecinos era la agricultura y ganadería. Fue justamente esta actividad que bautizó al barrio como “Mataderos”, en referencia al destino que se les daba a los animales. Con el tiempo se buscó un nombre más amigable y fueron los corrales de madera los que inspiraron a llamar tablada a todo el barrio.

 A medida que fue creciendo la industria, se fueron ampliando los rubros: curtiembres, jabonerías, graserías, fábricas de velas y, un poco más adelante, los frigoríficos. A la par, la corriente inmigratoria arrojó una gran cantidad de trabajadores de ultramar, principalmente del este europeo. Así, los empresarios aprovecharon para ampliar su personal, buscando gente corpulenta para cargar las reses, que resista sin problemas el frío; y sobre todo, que sea bruta o no maneje bien el idioma, para que así no discuta por sus derechos.

 Esta cultura fue la que impulsó los orígenes políticos del barrio, que vino de la mano de sindicalistas que llegaban de afuera, junto a anarquistas y comunistas que se establecieron en oficios dentro de la zona. Por eso mismo es que los hechos políticos más importantes de Rosario, pasaron en esta área. Con el correr de los años, se fueron construyendo centros culturales, bibliotecas y escuelas, manteniendo este impulso por lo ilustrativo. A partir de esto, es que La Tablada consiguió el record de ser el barrio con más escuelas por habitante de todo el país.

 Hablando de instituciones, tenemos que mencionar los dos centros educativos centenarios, como lo son la Esteban Echeverría, la Juan José Paso y la Republica de Perú. Otro foco importante es la Biblioteca Pocho Lepratti, que a su vez cuenta con una FM y un jardín de infantes. Párrafo aparte merece la Biblioteca Popular Vigil, icono de toda la ciudad y con una historia de lucha y recuperación increíble, que la llevó a ser considerada como uno de los proyectos de educación popular más importantes de América Latina.

 Por su parte, los clubes han sido los protagonistas de encuentros, siendo los focos culturales, sociales y políticos. Era común encontrar cines, bares o cantinas que terminaban en actos de campañas. Debemos mencionar también la influencia del folklore, ya que se dice que cada vecino debe conocer “al menos” cómo cantar un tema. Por otro lado, se dice que muchos de los oriundos del barrio, vienen de descendencia gauchesca, propia de los trabajadores del puerto y de los mataderos.

  No podemos dejar de lado a la pasión deportiva del barrio. De la gran estación de trenes, que llegó a ser el centro de comunicaciones con el resto de la ciudad, se fundó el Club Atlético Central Córdoba, en una unión de los antiguos trabajadores ferroviarios. Entre sus glorias, aparece Gabino Sosa, quien fue el primer jugador profesional del fútbol argentino, y según cuenta su leyenda, le pagaron su primer sueldo con una muñeca para su hija. Otros grandes jugadores fueron el “Chueco” García, el “Torito” Aguirre, y el “Trinche” Carlovich; quien fue constantemente elogiado por todo lo que podía hacer con sus pies.

Hablando de clubes, estos siempre fueron el foco de festejos y de actividades para todos los gustos. Los más memoriosos recordarán los corsos que se encontraban en el verano, donde se frenaba Boulverd Seguí para hacer desfiles de carnaval. También se pueden mencionar los cortes de calles para bailar, de forma autorizada; o las fiestas de Navidad que los vecinos ponían sus mesas en la vereda para compartir el momento con toda su zona.

Lamentablemente, con el correr de los años, varias costumbres y sitios se fueron perdiendo.  Como gran parte de la zona sur, se estigmatizaba esta área y se escondían las partes más oscuras de la ciudad. Basurales, industria sucia, curtiembres con arsénico, cárceles de mujeres, incluso asilos de ancianos. Las vías del tren que abundaban en el barrio dejaron de tener sentido, hasta ser totalmente abandonados en la década del 90. Así mismo, varios puentes dejaron su razón de ser, incluido el puente de la bajada Ayolas, que sigue siendo el puente con mayor inclinación de Argentina, superando al Tren de las Nubes de Salta.

 En cuanto a sus sitios más frecuentados, tenemos que mencionar dos centros importantes. Por un lado, tenemos el Parque Eva Duarte; que es el pulmón verde de esta área, y que ofrece un extenso terreno para deportes, recreación y descanso. Por su parte, aparece uno de los paseos comerciales más largos, que reúne a miles de visitantes todos los días. Es justamente la relevancia que tuvo la Avenida San Martín, que se decide nombra de forma catastral al barrio como General San Martín.

En palabras del referente vecinal Claudio Gershanik, “Lo que tiene Tablada es un sentido de pertenencia terrible, que es lo que hace que se agrande cada vez más. Sus límites se han ampliado con sus movimientos. La gente elige vivir en este barrio por lo que considera de este.” En el dialogo, resalta que en todas las cuadras se puede encontrar un comedor, un merendero o un centro dedicado a la ayuda social; así, destaca el compromiso de todo el barrio con la solidaridad.

“En realidad Tablada tiene determinados límites que son en realidad simbólicos, no son límites de calles ni de espacios que alguien impuso, sino que como la gente se apropió de un espacio y fue autoidentificándose, a través de un nombre con ese espacio, que nosotros llamamos Tablada… “

Agradecimientos a “Tablada, Historia y Orgullo” y “Fotografías y Estampas del Rosario Antiguo”

Por Julián Torrisi